viernes, 22 de junio de 2007

El miedo de todos.

Cuando yo era muy chico el miedo tenía que ver con el silencio. Había cosas que causaban miedo pero que no debían decirse. Por eso, cuando comentaban las vecinas que oían gritos pidiendo ayuda y rogando por sus vidas desde el cuartel de La Tablada, entendía que algo malo y oscuro andaba dando vuelta por ahí, aunque no tenía idea ni de qué, ni de por qué, ni como. Simplemente era algo tenebroso puesto que quienes referían el hecho hablaban en voz baja y con espanto aún sin más testigos. La muerte atacaba oculta en la impunidad de un poder inasible e inapelable. El silencio, era salud. Y el miedo era de todos.
Hoy en día el miedo tiene que ver con los gritos. La gente, en todo lugar, a toda hora, en todos los ámbitos refiere hechos horrorosos, en los cuales la muerte suele ser la invitada común. Son cosas que causan miedo porque la gente se sabe abandonada a su propia suerte. Simplemente no hacen falta testigos, porque testigos somos todos. La muerte ataca a cara descubierta protegida por la impunidad de un poder que dice ser accesible pero al que nadie llega. El grito, es salud. Y el miedo, es de todos.
Entonces como ahora pagamos el precio de permitirles a los delincuentes ser el poder.

6 comentarios:

Lunita dijo...

muy bueno. yo agragarìa que no solo se los permitimos, sino que también los elegimos.

Atónn dijo...

Efectivamente Lunita, el sistema actual está preparado para hacernos sentir que "elegimos". ¿Cuando uno tiene 10 manzanas, puede elegir una naranja? Mmmm, si ya sé, hay que buscarla en el fondo del cajón. Lástima que aún encontrándola, con una naranja se hace poco jugo para tanta sed.

Rubia Lulú dijo...

Felicidades por el blog nuevo querido!
Saludos desde el mundo rosa de Lulú.

Atónn dijo...

Gracias rubia lulú. ¡Qué buenos augurios!

Lunita dijo...

sip, pero sabe qué? yo entiendo lo que dice. Hay una explicación desde la teoría marxista para eso. Pero me está picando la cabeza (no los piojos) el tema de que tal vez no hemos generado una alternativa... No tenemos más que entre manzanas... pero yo no planté ningún arbol de narajas...

Atónn dijo...

Espero que no se mal interprete lo que puse. Las palabras cortas siempre mienten. Pero las palabras nunca son suficientes. Y a las palabras largas nadie –bueno, casi nadie- las lee. La función de “la naranja” sería lograr que el huerto sea un lugar libre de pestes –insectos, hongos y yerbas malas- y no apostar cándidamente a un huerto de naranjas dulces. Y se puede. El problema es que la gente confía en que el huerto se cuida solo. Y así está y hasta nos dijeron que no era posible mejorarlo.
Saludos Lunita.